Esta
trocha polvorienta
acompaña
mis continuos…
paseos
por la sabana
desde
que era un niño,
los
colores mañaneros
que
empiezan en azul índigo
marcaron
el despertar
de
mis romances furtivos.
Al
principio, en mi infancia
iba
con mis amigos
camino
a la escuelita
que
está cruzando aquel río,
disfrutábamos
jugando,
corriendo
o dando brincos
y
cuando hacía calor
nos
metíamos al río.
Más
tarde eran muchachas
las
que iban hasta el río,
se
bañaban y jugaban,
cuando
estábamos escondidos,
convencidas
de estar solas
se
quitaban los vestidos
y
se podía apreciar
que
éramos bien distintos.
El
despertar incipiente
de
deseos reprimidos
dieron
rienda a los tempranos
encuentros
con amoríos,
nos
dejábamos llevar
solamente
por instintos
donde
el amor y el romance
aún
no habían aparecido.
Pero
luego los latidos
de
un corazón encendido
y
el recordar de miradas
de
reojo que nos dimos
despertaron
nuevamente
nuestros
amores furtivos
continuando
los romances
de
cuando éramos niños.
Así
fue que nos juntamos
y seguimos en lo mismo,
amándonos
con pasión
siempre
en el mismo río,
pero
ahora nos bañamos
acompañados
de niños
producto
de la pasión
de
esos amores furtivos.
PanchoTronera
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