domingo, 14 de noviembre de 2021

Novios de pueblo



Patricia y Petra Peraza

eran dos muchachas lindas,

hijas del viejo Cenobio

y su esposa Marcelina,

ambas de cabello largo

de caritas bien bonitas

y sonrisas que invitaban

darle un beso en la mejilla.

 

Patricia era delgada,

Petra era más llenita,

ambas de muy buena pierna

de esas que daban envidia

torneadas y bien formadas,

con cintura delgadita

que no negaban su origen

proveniente de Galicia.

 

El carácter sí que era

una cosa bien distinta,

Patricia era muy alegre,

descomplicada y sencilla,

mientras Petra, al contrario

era más bien agresiva

y no le gustaban los juegos

ni las bromas pasaditas.

 

Patricia era mi novia,

cariñosa y dulcita,

yo con ella era un amor

y a Petra le daba envidia

porque era novia de Erasmo

el que vivía en la esquina

y era “más ordinario

que tener caspa en las axilas”.

 

Yo recuerdo que una noche

salimos a la placita,

Erasmo iba con Petra

mientras yo iba con Patricia,

nos habíamos escapado

sin permiso e´ Marcelina,

y el viejo llegó temprano

preguntando por sus hijas.

 

Marcelina le explicó

que eso ella no sabía

y que cuando llegó

ya hacía rato que saldrían,

Cenobio se enfureció

y en los ojos le salían

llamaradas de candela

y eran rojas sus mejillas.

 

Estábamos en la plaza

saboreando unas barquillas

cuando de pronto llegó

el viejo tumbando sillas,

y ahí fue que salí corriendo

por una calle oscurita

y hasta ahora yo no he vuelto

a ver a mi noviecita.

 

Ustedes comprenderán

que eso no es cobardía

que más bien fue por respeto

y por amor a Patricia,

pero verla nuevamente,

eso sí me gustaría

porque el viejo ya murió

y ya me puedo comer,

con gusto “esa barquilla”.

 

PanchoTronera


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