Los
pueblos cuentan historias
de
cómo han ido cambiando,
las
fachadas, los postigos,
los
zaguanes y los patios,
se
han ido para dar paso
al
concreto y al asfalto
que
no han podido borrar
mis
recuerdos empolvados.
Las
placitas pintorescas
con
bancos a cada lado,
permitían
el descanso
de
los jóvenes y ancianos.
yo
recuerdo las escuelas,
vendedores
de “raspado”,
con
sus bolsillos repletos
de
monedas de a centavo.
Los
domingos tempranito,
al
doblar del campanario,
las
iglesias congregaban
a
fieles del vecindario,
yo
por mi parte acudía
con
mi misal y un rosario,
pero
era solo por verte
porque
estaba enamorado.
Tú
no pensabas en mí,
pues
te seguían los pasos
jóvenes
pretendientes
de
los pueblos aledaños
sin
embargo, el sentimiento
que
para ti había guardado
me
hizo luchar por tu amor…
para
formar el hogar
donde
sembré mi legado.
PanchoTronera
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