Es
noche de luna llena,
de
espantos y aparecidos,
de
jinetes sin cabeza.
con
machetes y cuchillos,
mujeres
que van llorando
enamorando
maridos
con
risitas placenteras
como
si fueran gemidos.
Hace
poco me contaron
”La
Leyenda del Corrío”,
que
es la historia de un cantante
que
mataron en un río,
la
esposa junto a su padre
acompañados
de un tío
lo
mataron cortándole
con
una peinilla el ombligo.
El
cantante, por las noches
se
escapaba escondido
para
que nadie supiera
lo
que hacía en el río.
La
mujer le preguntaba
qué
hacía con los “realitos”
que
con esfuerzo ganaba
cantando
en los corríos.
Como
no tenía respuesta
sospechaba
algún motivo,
preparó
un plan pa´ matarlo
y
quitarle lo escondido,
valiéndose
de la malicia
de
su padre y de su tío,
con
el fin de quedarse
con
el guacal escondido.
El
cantante no era gafo,
y
ya tenía previsto
lo
que haría en el caso
que
hallaran el cofrecito
le
regaló unas monedas
a
un brujo conocido
que
vivía en una cueva
al
otro lado del río.
Un
día que le pagaron
bastante
por sus servicios
se
fue corriendo a guardar
lo
que le habían ofrecido
y
que tenía encaletado
en
un carriel amarillo
para
que nadie supiera
dónde
tenía los “realitos”.
El
trío de vagabundos
que
ya estaban escondidos
esperaban
sigilosos
lo
que habían convenido,
por
otro lado, el brujo
que
era malo y bien jodido
también
se hallaba esperando
con
séquito terrorífico.
La
mujer y sus parientes
no
sabían del “brujildo”
hasta
que llegó el cantante
que
era también su marido,
lo
dejaron que cavara
donde
tenía escondido
los
reales que había ganado
cantando
en ese corrío.
Ya
sabiendo dónde estaba
aquel
tesoro escondido
le
dieron una paliza
dejándolo
sin sentido
y
pa´ que nadie supiera
lo
que había acontecido
le
clavaron un machete
desde
cuello hasta el ombligo.
Pero
esto aquí no termina,
arreglaron
bien el sitio
y
el cadáver del cantante
lo
lanzaron en el río
en
eso se estremeció el cielo,
empezó
el viento a hacer ruido
y
ensordecían las chicharras,
junto
a los sapos y grillos.
Los
parientes se asustaron
por
lo que había sucedido
y
estaban más chorreados
que
“viejo sin calzoncillos”
el
cielo se oscureció,
empezó
a sentirse el frío,
después
del calorón
la
lluvia anegó el camino.
El
brujo estaba esperando
lo
que hacían los bandidos,
andaba
con veinte perros
con
afilados colmillos,
que
iluminaban la noche
cuando
rayos tempestivos
desafiaban
la oscuridad
y
ensordecían los oídos.
Al
rato se fue la lluvia,
todo
quedó quietecito,
el
brujo agarró el botín
y
enterró a los bandidos
pero
olvidó sepultar
al
cantante de corríos
y
lo ha dejado penando
en
un ambiente sombrío.
Por
eso en noches de invierno
sale
el cantante del río
para
irse a buscar
los
reales que había perdido,
y
persigue al que se acerque
donde
tenía escondido
el
dinero que había ganado
“El
Cantante de Corríos”
PanchoTronera