Se están alejando las lluvias,
darán paso a la sequía,
aunque pensándolo bien
nada sorprende, hoy en día,
de repente aquel solazo
y antes que se acabe el día
se desprende un aguacero
¡No juegue! ¿Quién lo diría?
En mi época de niño
el tiempo no sorprendía
la gente, sobre todo vieja,
tenía sabiduría,
con solo asomarse al patio
y tocarse las rodillas
sabían con gran certeza
si llovía o no llovía.
Cuando iban a sembrar
se sabían la cartilla,
miraban hacia los cerros,
calculaban con pericia
las fases de cada luna
y por donde el sol salía
y cuando era el momento
para sembrar las semillas.
Ahora las cosas cambiaron,
usan la tecnología
y se pelan cada rato
haciendo sus profecías,
por eso cuando anuncian
que no llueve todavía
cargo mi colcha negra
y me llevo mi sombrilla.
Por eso hay que aprender
a no confiar en la vida
de esas cosas inventadas
usando tecnología,
ni satélites carísimos,
cuando la naturaleza misma
te anuncia lo que va hacer
con solo mirar pa´rriba.
Las condiciones del tiempo,
últimamente varían
en respuesta a la conducta,
el abuso y la desidia
de nosotros, los humanos
que no apreciamos la vida
y dañamos el ambiente
de una forma agresiva.
Por eso siempre recuerdo
a mi viejita Etelvina
y a mi abuelo Sinforoso
cuando siempre me decían
que prepare los aperos,
si las lluvias se avecinan
porque “a un perro lo capan
solo una vez en la vida”.
PanchoTronera
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