La tinta plasma
mis letras
con la nostalgia
del tiempo,
tengo un baúl en
mi mente
lleno de gratos
recuerdos,
los momentos
infantiles
cuando mi vida
era un juego
que inocente
disfrutaba
con amigos
verdaderos.
Con el tiempo
los amigos
también han ido
creciendo,
los vecinos, mis
amigas,
compañeros de
colegio
disfrutábamos en
paz,
sanamente y con
respeto,
y una que otra
niña
me miraba por
mampuesto.
Cuando éramos infantes
las niñas llevaban
trecho,
porque hay que
reconocer
que maduran a
destiempo,
hablan de
novios, conquistas
nos involucran
en eso…
que hace sentir cosquillas
y nos pone a
tragar grueso.
Uno se las da de
listo
pero todo es
puro cuento,
queríamos
impresionarlas
cultivándonos el
cuerpo,
en las fiestas
nos poníamos
a bailar en
retroceso
y algunas veces
tocaba
dar vueltas en
el pavimento.
Pero ya todo
pasó,
ahora ya estamos
completos
escogimos las
parejas
con las que
queríamos vernos
para hacer una
familia,
comprar casa, apartamento
o aunque sea un
ranchito
donde no falte
el respeto.
La tinta se está
acabando,
mis recuerdos
quedan secos,
algunos de mis
amigos
ya se han estado
muriendo,
queda poca
compañía
para contarnos
los cuentos
que, aunque
parezcan mentira
vivimos en su
momento.
La tinta se va
mezclando
en su oscuro color
negro
con las lágrimas
caídas
producto de los
recuerdos,
vengo siendo de
los pocos
que ya llegamos
a viejo,
pero así mismo es
la vida…
ya llega la
despedida,
solo seremos
recuerdos.
PanchoTronera
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