Julián Montero en las noches
cuando sale de parranda
tiene encuentros amorosos
con su espíritu burlón,
no es un viejo barrigón
ni un espanto sin cabeza
sino la tenue belleza
de su mismísima esposa
quien preciso, a esas horas
siempre lo espera en el río
para irse de amorío,
como es siempre su costumbre,
mientras su cuerpo de bruces
queda en su casa dormido.
El tenebroso escenario
no se puede describir,
cada
noche oscura y gris
por la niebla y la espesura
pondría los pelos de punta
a cualquiera que los viera,
pero Julián, como fiera,
que se aprecia y se respeta,
no puede desperdiciar
oportunidades como esas,
en donde toda su hombría
se la juega por completa
sin saber que es su mujer
quien se hace la coqueta.
La reina de la penumbra
que cada noche ha acudido,
es con quien ha compartido
su lecho matrimonial
que lo ha tenido embrujado
para que siempre la amara
aunque ella se quedara
en su casa quietecita,
mientras su marido se iba
para la calle de rumba,
solito y sin compañía
a verse con su difunta
sin saber que es ella misma
quien también es una bruja.
PanchoTronera
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