Aquellos
tiempos felices
quedaron
en el pasado,
los
paseos en familia,
reuniones
con asados,
ríos,
playas y lagunas,
aire
puro, no viciado,
hacían
que el tiempo libre
fuera
bien aprovechado.
Cada
día libre o festivo
era
un día que esperábamos
para
jugar con los primos
o
amigos del vecindario,
y
así drenar energías
en
juegos que inventábamos
con
lo poco que teníamos
y
compartíamos como hermanos.
Los
juegos eran sencillos,
hechos
por artesanos,
mecánicos,
carpinteros,
padres,
madres y hermanos
y
hacían que la imaginación
deambulara
por espacios
al
que solo llegaríamos
si
estuviéramos soñando.
Las
fiestas eran frecuentes,
sobre
todo los días sábado,
los
viernes, generalmente,
los
pasamos estudiando
haciendo
las tareas
que
nos quemaban los cráneos
para
así poder salir
y
evitarnos los regaños.
No
existían los celulares
ni
televisión en los cuartos,
solo
eran tres canales
compartidos
en horarios,
donde
todos los compinches
nos
reuníamos un rato
y
veíamos a Tarzán,
Superman,
Batman y El Chavo.
No
teníamos internet,
aún
no la habían inventado,
íbamos
a bibliotecas,
hemerotecas
y diarios
para
hacer nuestras tareas
y
esos deberes que a diario
nos
mandaban en la escuela
pa´
tenernos ocupados.
Las
vacaciones llegaban
y
ya teníamos asignado
trabajos
de mandadero
al
abasto o al mercado,
a
mí me hacían trabajar
en
un puesto de mercado
vendiéndole
chucherías
a
los que iban pasando.
Esos
tiempos ya se fueron,
esos
tiempos ya pasaron,
solo
quedan los recuerdos
que
se mantienen intactos
y
han permitido que ahora
recordemos
el pasado
porque
el futuro está cerca...
y
solamente nos queda
el
presente que vivamos.
PanchoTronera
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