miércoles, 18 de agosto de 2021

La Serenata


Vamos llegando a la casa,

es esa que está en la esquina,

la que tiene en la ventana

unas flores amarillas,

allí duerme el amor mío,

la muchachita más linda

que se pueda imaginar,

¡No puedo con tanta dicha!

 

Llegaremos en silencio

y nos pondremos en fila,

como hemos practicado

comenzamos enseguida,

le cantaré las canciones

de sus queridos artistas

y que tararea en las tardes

cuando se baña en la tina.

 

Contenta y embelesada

me regalará su sonrisa,

y empezará a coquetearme

peinándose la pollina,

cuando bate su cabello

me provoca y me inspira

cantarle esas canciones

que enamoran enseguida.

 

Al fin de la serenata,

antes de la despedida

me abrazará con fervor

arrugando las cortinas,

el postigo se abrirá

para besar su boquita

con una ternura que tiene

sabor al más dulce almíbar.

 

Tendremos mucho cuidado

porque en la última cita

un vecino envidioso

llamó a la policía

y llegaron sin demora

para unirse a la partida

haciendo coro en las partes

donde la canción se sabían.

 

Otros vecinos salieron

y ante el talento que había

sacaron unas botellas

de aguardiente y de tequila,

unas de vino “Sansón”

del que hay en las cocinas

y el ricachón de la cuadra

sacó vino de barrica.

 

Eso no es lo que esperaba,

no era la idea mía,

se aparecieron de pronto

los borrachos de la esquina

y pendiente de nosotros,

como en una novelita

los vecinos de la cuadra,

sus hermanitos del alma.

los papás y la abuelita.

 

PanchoTronera


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