Voy a dar una vueltica
por mi bella Venezuela,
empezaré por Caracas
rumbo hacia la frontera,
y seguiré hacia Los Teques
por la vieja carretera,
desayunaré una cachapa,
un golfeado o una arepa.
Al llegar a Maracay,
que es una ciudad muy bella,
pasearé por Las Delicias,
luego a Cata y a la Ciénaga,
me detendré en Ocumare
y subiré hasta la cresta
del Parque Henri Pittier
antes de ir a Valencia.
En Valencia de Los Reyes
voy a dar solo una vuelta,
pues me voy a Morrocoy
a asolearme en la arena,
a bucear bajo las aguas
a ver si veo “sirenas”
y así poder disfrutar
de las damas sus siluetas.
Emprendo camino al llano
que es esa sabana inmensa
donde el paisaje se pierde
y la imaginación vuela,
espero ver los fantasmas
aunque la noche se empeña
en no dar a conocer
los misterios que ella encierra.
Voy a tomar un camino
antes de ir a la frontera
que me lleve hacia los andes
desde tierras guanareñas
pasaré por Boconó,
Campo Elías y Valera
antes de ir por la ruta
de las nieves merideñas.
Pienso llegar en verano
antes que la carretera
se cubra toda de nieve
y el sol la vista de seda,
es una hermosa experiencia,
ver como las estrellas
de noche se ven claritas
y la luna se ve inmensa.
Seguiré por los caminos
donde cultivan las fresas,
donde se siembran las flores
que adornan a nuestras mesas,
y donde están los nacientes
que llenan nuestras represas
y la lluvia espera con calma
que la llanura esté seca.
Por fin llego a San Cristóbal
cerquita de la frontera,
rodeada de pueblos lindos
y bella naturaleza
donde se canta el bambuco
donde el dulce te deleita
y las muchachas bonitas
se pueden ver dondequiera.
De ahí voy a Maracaibo
por Perijá de la Sierra
o Sierra de Perijá,
dígalo como quiera,
el caso es que de noche
el Catatumbo destella
e ilumina el firmamento
ocultando las estrellas.
Al llegar a Maracaibo
pienso ir para la feria,
visitaré a la Chinita
en el templo donde reina,
probaré de los bocados
de zulianas cocineras
y velaré en 5 de Julio
las serenatas gaiteras.
Cuando cruce por el puente
del “General Urdaneta”
voy a sentirme orgulloso
con toda la providencia
porque es que el Zulia, mi hermano
se encuentren mucho más cerca
gracias a esa maravilla
de ingeniería moderna.
Ahora entro en los caminos
que llevan a las arenas
de Los Médanos de Coro
y su península bella,
recorreré los paisajes
que me llevan a la sierra
bajando por Churuguara
hacia tierras quiboreñas.
Llegaré al atardecer
cuando el sol enriquezca
el horizonte larense
con una bella acuarela
de tonos multicolores
rosado, escarlata y fresa
que Barquisimeto luce
como una novia coqueta.
Nuevamente cruzo el llano,
veo una garza paleta,
una baba, una iguana,
un gavilán en la horqueta,
dos monitos capuchinos,
una anaconda despierta
observando a un chigüire
que se antoja pa´la cena.
Al llegar al Orinoco
el horizonte se enfiesta,
pues ya se ven los tepuyes
más allá de la floresta,
hay que cruzar en chalana,
el puente no queda cerca
y no me puedo aguantar
el llamado de la selva.
No quiero seguir adentro,
iré solo a Santa Elena,
porque al llegar a Canaima
seguro nos darán cena,
un picure bien asado,
o un venado sorpresa,
envuelto en hojas de plátano,
asado en brasas de leña.
Nuevamente el Orinoco
por una amplia autopista,
ya pasé por Puerto Ordaz
de paseo en La Llovizna,
después de visitar amigos
y una que otra amiguita
donde comí una Sapoara,
eso sí, bien exquisita.
Tomo rumbo hacia El Tigre
ya voy lejos de la selva,
voy a ir a Margarita
porque allá si hay playas bellas,
estaré en Valle e´ Guanape,
Caripe er´ Guacharo, la cueva
y pasaré a Cumaná
a tomarme unas cervezas.
Cuando el ferry haya llegado,
montaré la camioneta
y me iré corriendito
a donde está la cubierta
para mirar los delfines
que siempre nos embelesan
con su rutina de saltos,
malabares y piruetas.
Llegamos a Margarita
la isla que es una perla
un paraíso preñado
con coral, playa y arena,
un horizonte soñado
con las mujeres más bellas
y me siento afortunado…
porque voy acompañado
de mi preciosa morena.
PanchoTronera
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